miércoles, 18 de mayo de 2016

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Reformers Seek to Reinvent Nursing Homes by Joseph Shapiro / LOS REFORMADORES BUSCAN REINVENTAR LOS HOGARES PARA MAYORES


.Mucha gente piensa en los hogares para ancianos como lugares deprimentes donde los residentes suelen verse aburridos, solitarios y tristes. Pero algunos reformadores estàn experimentando con un nuevo tipo de hogar. En lugar de un ambiente institucional, tratan de ofrecer una atmósfera hogareña.
Entre los que sostienen esta clase de reforma de hogares para la tercera edad està el Dr. William Thomas, que llama a su visiòn el Proyecto Green House. Se basa en una idea simple: la gente mayor disfrutarà un hogar si se lo construye para que se parezca a la casa propia. Otros han tratado de hacer màs hogareños los hogares existentes. El proyecto Green House construye el hogar de ancianos desde cero, siendo la meta dar a los residentes mayor privacidad y màs control sobre sus vidas.
El primero de estos hogares se construyò en Tupelo, Mississippi. Las casas totalmente nuevas con entradas de auto, parrillas y césped tienen el aspecto de una comunidad de casa, pero son hogares para ancianos, con sòlo 10 personas en cada casa.  Los residentes duermen en dormitorios privados, comparten comidas estilo familia y tienen màs libertad de movimiento que en los hogares tradicionales, donde habitualmente el staff decide casi toda la agenda de los residentes, incluyendo cuàndo comen, duermen y se bañan.
‘yo creo que en los hogares para ancianos en Norteamérica realmente cada año mueren miles y miles de personas de tristeza’ ,dice Thomas. ‘no mueren tanto porque fallen sus òrganos sino porque su interès en la vida ha desaparecido’
En el centro de Green House està la calidad de vida, valor y dignidad. En Green House, ponemos estas cosas en el centro de la vida’.
Thomas escribe sobre cuidados a largo plazo en su libro ‘Para què son los viejos?’.
Extraido del capìtulo titulado " The Green House":
Entorno:
Hay un gran parecido en el diseño de edificios para cuidados a largo plazo en todo el mundo industrializado. La similaridad deriva en gran parte de un énfasis casi universal en la eficiencia operativa. El poder financiero y organizativo que acompaña a esa meta siempre tentarà a aquellos que crean Green Houses con la canciòn de la sirena del tamaño y la economía.  Después de todo, hemos pasado cuatro dècadas perfeccionando el diseño de instalaciones para cuidados a largo plazo, y el consenso de la mayorìa de los expertos en ese terreno es que pequeñas comunidades para mayores no pueden ser eficientes en costos. El diseño de la Green House debe enfrentar las dificultades del crear eficiencia operativa sin apelar a la lògica de una institución grande. Puede que el legado de un hogar de ancianos nunca nos pueda decir què deberìa ser una Green House, pero puede mostrarnos aquello en lo que nunca debe convertirse.
La arquitectura de estas instalaciones refleja –en acero, ladrillo, ceràmica- su intenciòn fundamentalmente mèdica. Aunque el tèrmino ‘hogareño’ se invoca a menudo, el diseño de hogares en realidad presta la mayor atención a maximizar el uso eficiente del trabajo. Los propietarios y operadores de hogares nuevos y reciclados se enorgullecen de su equipamiento e instalaciones y, cuando un miembro del staff muestra la casa a un familiar de un residente, se resaltan estas características. La gente que trabaja ahì –frecuentemente trabaja de màs y cobra poco- recibe poca atención.
Estos edificios dan a los que viven en ellos pocos motivos para pensar que la tercera edad puede ser una fase rica y agradable del desarrollo humano. Corredores largos inhiben a la gente frágil, forzàndolos a una silla de ruedas. Los Comedores masivos son impersonales e intimidantes, y generan ansiedad. Hay acceso limitado a los exteriores. Las habitaciones dobles (risiblemente llamadas ‘semiprivadas’) y los baños compartidos invaden la privacidad. Los muebles, alfombras y cortinas se combinan en todo el ambiente, como si el lugar fuera un hotel de una cadena màs que el hogar que debe tratar de ser. La apariencia institucional afecta el bienestar tanto de los residentes como del staff.
Las Green Houses rurales, suburbanas o urbanas son residencias que albergan de 6 a 10 personas. Pertenecen a entornos residenciales y deberìan ser buenos vecinos arquitectònicos. Algunos se construiràn como edificios de departamentos, otros seràn viviendas independientes. En cualquier forma que tomen, deberìan siempre tener la menor diferencia posible con las otras casas del vecindario. En una situación ideal, una persona que busque una Green House podrìa pasar de largo porque no se nota su presencia. Dentro del edificio, los muebles y la decoración reflejan las preferencias de los mayores de esa comunidad. Los mayores llenan la casa, hasta el mayor grado posible, con sus propios muebles, arte y decoración. Idealmente el interior de una Green House se parece mucho a los hogares de otros mayores de la zona.
Sabemos que la gente encuentra placer en la compañìa de animales, risas de niños y el crecer de las plantas, de modo que todas las Green Houses deben ofrecer a los mayores oportunidades de estar en contacto con el mundo vivo que nos rodea a todos. Tambièn sabemos que la privacidad es importante para la satisfacción de la vida, y asì el diseño de una Green House debe asegurar que haya mucha privacidad. De hecho, todos los mayores deben poder tener su propia habitación. Estas casas deben sacar partido de las tecnologías que favorezcan el bienestar.
Durante los años en que busquè el mejor diseño para una Green House, visitè mucha gente y lugares. Todos ellos me influenciaron. En Saskatoon me fascinò el Centro Comunitario Sherbrooke y su modelo de vida comunitaria me inspirò. En Boston visitè las instalaciones de Hearthstone creadas por John Zeisel. Mientras recorrìamos calles secundarias de la ciudad, èl me dijo que focus es la palabra latina para hogar/forja. Cuando nos enfocamos en algo, lo convertimos en centro de nuestra atención. El hogar/fogòn es el centro de una casa, el lugar en torno al cual disponemos nuestra vida. Cada Green House debe tener un centro, un hogar en torno al cual los asuntos del dìa se arreglen. Nuestras màs profundos recuerdos culturales asocian el hogar con los placeres de la comida y el fuego. El hogar incluye una cocina abierta y una gran mesa en torno a la cual se comparten las comidas. La importancia de tener esa distribución està confirmada por investigaciones que muestran que la gente que vive con demencia se ve beneficiada al comer en entornos comunitarios. Como el hogar es el centro del diseño, todas las habitaciones de los mayores se abren a este espacio. No hay largos pasillos.
Las enfermeras profesionales entran y trabajan en la Green House usando la metáfora del cuidado de salud hogareño, y asì no necesitan una base fija de operaciones. En lugar de ello, no hay evidencia de presencia permanente de enfermeras profesionales. La estación de enfermeras, por largo tiempo un rasgo de la institución de cuidados extendidos, no tiene lugar en una Green House. El carro con medicamentos es obsoleto porque las píldoras de los mayores se guardan en sus habitaciones. No hay carro de tratamientos ni tabla de charts (parte mèdico?) porque esas cosas estarìan fuera de lugar en una residencia particular. La gente de la Green House contradice la tendencia a medicalizar su hogar preguntando: ‘podemos encontrar esto en las casas de nuestros vecinos?’  si la respuesta es no, entonces su uso en la Green House debe cuestionarse seriamente. Es importante recordad, no obstante, que la Green House no es un hogar de una familia particular. Su diseño debe apoyar una forma distintiva de comunidad intencionada. Es un velero que navega en el tiempo, llevando a la gente que comparte sus espacios al reino de la vejez.
Extraido del capìtulo "Convivium":
Deseos versus necesidades:
Los elementos necesarios para la supervivencia humana son simples y pocos. Una persona puede arreglàrselas con un par de miles de calorìas por dìa, un litro de agua, un toque de vitaminas y minerales, y una provisiòn permanente de aire para respirar. El refugio que ofrece protecciòn de los climas extremos y la actividades predatorias (humanas y animales) es tambièn importante. No obstante, la vida humana depende tambièn, y mucho màs de lo que podrìamos suponer, de un acceso fácil al afecto. Es el cariño lo que da sentido y propòsito a las rutinas de la vida diaria.
Aùn después de muchos años de trabajar con gente mayor, continùa sorprendièndome el modo en que la edad avanzada supera las necesidades y deseos de la adultez. La gente muy anciana raramente, si es que alguna vez, persigue los símbolos de estatus, rango y riqueza. Buscar los totems de la adultez se hace cansador con la edad, y a menudo es algo que se abandona totalmente. Los que viven las ùltimas dècadas de su vida no son como los jóvenes. Se pueden conformar fácilmente con mucho menos de lo que demanda el adulto promedio. Aùn asì, oimos la constante y a menudo amarga protesta de que las necesidades de los ancianos van a llevarnos a la bancarrota. Los viejos, dicen algunos, son un lujo que los jóvenes apenas se pueden permitir…
Comida:
Algunas personas comen para vivir. Otras viven para comer. Las primeras consideran la comida como un combustible; los segundos saben màs. La buena comida siempre ha ofrecido a la gente mucho màs que sòlo calorìas, grasa, carbohidratos y proteinas. La comida nos nutre –cuerpo y alma. Una comida puede aportar poderosos símbolos de amor y aceptación. El lazo entre el confort y la comida, que comienza en el pecho materno, se fortifica a travès de la niñez y gana fuerzas en las ùltimas dècadas de la vida. Adecuadamente preparadas, las comidas que cocinamos y servimos a nuestros mayores deberìan estar embebidas de recuerdos, ritual y cultura.
Reaccionando ante informes de gente que pasa hambre en hogares de mayors, los gobiernos han establecido significativas penalidades a las instituciones que permitan a los residentes perder peso ‘inesperadamente’. Como resultado, los hogares luchan constantemente por aumentar la ingesta diaria de sus residentes. Què difícil es esa tarea se hace obvio cuando uno mira còmo preparan y sirven la comida estos lugares.
Compran a catàlogos de comida industrial y descargan las mercaderìas de un furgòn estacionado en el àrea de descargas. Las comidas se preparan en grandes cocinas industriales que estàn deliberadamente aisladas de la gente que comerà lo que se produce ahì. Algunos establecimientos hacen como las aerolíneas; delegan la producción de comidas totalmente y reciben entregas en camiòn. Apresuradamente, la comida se lleva arriba en grandes carros. Los miembros del personal la distribuyen a los residentes tan pronto como pueden. Es un desafìo constante por servir comida caliente mientras todavía està caliente y comida frìa mientras aùn està frìa.
La gente que trabaja ahì hace lo que puede. La realidad de un servicio de comidas a gran escala exige, sin embargo, que las caracterìsticas materiales de la comida –su color, viscosidad, temperatura y contenido alimenticio- sean su descripción màs importante. El énfasis `puesto en consistencia y bajo costo es constante. La comida pierde significación, quedando sòlo mediciones numèricas. El ritmo vital de la buena comida compartida en el cìrculo de la vida familiar està ausente. Simplemente es imposible dar a seiscientas comidas diarias la esencia del amor.
Los romanos tenìan un tèrmino especial para el placer particular que acompaña al compartir buena comida con la gente que conocemos bien. Llamaban a esta experiencia ‘convivium’. La palabra tuvo un revival recientemente. El movimiento de la ‘slow food’ (una alternativa al fast food), tomò la palabra como un modo de describir experiencias de cena que sean ricas en significados. Ingredientes locales frescos preparados de acuerdo a autènticas recetas regionales son servidas a gente deseosa de compartir el momento. Usan el aroma, el sabor y la textura como una plataforma para la buena conversación y las relaciones vitales. Quien cuida mayores debe armar un convivium que enriquezca las vidas de los mayores y del personal tambièn.
La relaciòn entre la gente y la comida que la sostiene comienza con la planificación que necesariamente debe preceder a cada comida. La idea de que las comidas pueden y deben planificarse con cariño y dedicaciòn y prepararse con manos amorosas le parecerà al tìpico gerente de servicios de comida poco màs que una expresión de deseos. Para el resto de nosotros, es simple sentido comùn confirmado por nuestras propias experiencias en casa. El sufrimiento causado por la industrialización de la comida en establecimientos de cuidados extendidos merece màs que una atención pasajera. Los hogares son canarios en una mina, advirtièndonos del enfoque de planta de montaje que se expande en nuestro paisaje social. Todos estamos perdiendo nuestro goce del convivium. Las instituciones pueden culpar  su enfoque mecànico de la comida a su gran escala, pero podemos ver la erosión del convivium en torno nuestro, aùn en nuestras vidas.
La habilidad para crear y mantener un convivium exige apreciar la comida larga, y es una de las competencias centrales de alguien que cuide mayores. Se debe tomar tiempo porque la comida sabe mejor cuando se desea con anticipación. En casi todas partes, la sopa se puede comprar en paquetes, calentarse y servirse. La sopa debe hacerse fresca, agregar los ingredientes lentamente con el paso de las horas. En una institución, la hora de comidas es una hora pico loca. Deberìa ser una oportunidad de crear y profundizar el significado. El espìritu del convivium nos pide detenernos, saborear, y sacar fuerzas no sòlo de la comida con la que somos bendecidos sino tambièn de la gente con la que tenemos la suerte de compartirla.
Refugio:
El establecimiento convencional de cuidados extendidos ha luchado y nunca resuelto satisfactoriamente su personalidad dividida. Por un lado, se hace pasar por un hogar. En su propaganda, el establecimiento dice a su personal que ‘esta es la casa de los residentes; nosotros sòlo trabajamos aquì’.  Mientras tanto, con autoridad profesional, sostiene que el establecimiento es en realidad ‘un lugar de trabajo de servicios de salud’. A pesar de la retòrica sobre el hogar, domina lo segundo. La prueba es fácil de ver. Sòlo observe a los empleados y note el modo en que controlan el espacio, el tiempo y la gente en su edificio. Imagine un grupo similar de profesionales bien intencionados entrando a su dormitorio mientras usted duerme y hagan su trabajo sin considerar su deseo de privacidad o descanso.  El personal manda.
Hago notar este conflicto porque en una època en que proteger a la gente del viento, lluvia, nieve y calor del solo no es muy difícil, la verdadera dificultad està en crear un refugio social efectivo.  En una sociedad afluente, la vivienda es accesible a todos excepto los màs desafortunados (y tambièn a ellos se les podrìa hacer accesible). Un refugio social, sin embargo, es mucho màs difícil de lograr. La tensiòn entre la formalidad de la institución y la comodidad de una casa es familiar para quien cuide mayores. Asì como trasciende el ‘servicio de comidas’ para practicar un convivium, tambièn debe tener una devociòn similar por el arte de mantener el hogar.
Pocas instituciones sociales han caido tanto como el cuidado del hogar. Lo que una vez fue objeto de glorificaciòn (como ideal femenino), ahora es despreciado. Muchos ya ni lo consideran una meta legìtima para gente hábil. La identificación del cuidado del hogar con el trabajo femenino no pago dentro de la familia nuclear sirviò a menudo como un cartel para la negaciòn sexista de la igualdad de derechos femeninos en el lugar de trabajo. El ataque sostenido hacia la actividad hogareña como una institución sexista ha creado su propio daño colateral. Oscureciò algunas de las verdaderas virtudes de esa artesanìa. Hay mucho por ganar rescatando el cuidado hogareño del basurero de la historia, desempolvàndolo y dàndole nuevo uso.
Afecto:
Al medicalizar la ancianidad, el culto de la adultez ha degradado un compromiso antiguo hacia el sostenimiento de los mayores. La inyecciòn de fondos estatales masivos en el campo de la ancianidad ha beneficiado a milliones pero tambièn ha alterado para siempre las relaciones de la familia con sus mayores. La preocupación obsesiva con el tratamiento mèdico nace de la deliberada ecuaciòn de ancianidad con enfermedad, por parte de la sociedad. A comienzos de los 1960s, los defensores de los mayores enfrentaban una situación en la que millones de ancianos eran pobres y enfermos. Hicieron una decisión estratègica de canalizar necesarios recursos a travès del sistema de salud pùblica en lugar del sistema de bienestar social. (en EEUU) Medicare y Medicaid quedaron a cargo del cuidado de los mayores, y estos programas enviaron trillones de dòlares para mejorar la salud de los americanos de tercera edad.
En el camino, una ponderosa industria creciò en torno a estos programas. Alimentada por los dòlares de la salud pùblica, esta industria tiene pocos motivos para imaginar que los aspectos màs importantes de la tercera edad quizàs tienen poco que ver con lo mèdico y terapias quirùrgicas. Tan completa es la dominaciòn de la industria mèdica sobre la ancianidad que la gente que necesita asistencia prolongada puede ser impulsada, por razones puramente econòmicas y polìticas, a vivir sus vidas dentro del rol del enfermo, en establecimientos de salud.
Asì es como el concepto de ‘distanciamiento profesional’ se fue incorporando en las vidas de milliones de mayores. Una presunciòn no cuestionada, sostenida por millones de profesionales, esta idea sostiene que una cercanìa innecesaria y un afecto indebido por los pacientes debe ser evitado. Mèdicos y enfermeras han sostenido por largo tiempo que un vìnculo personal a un paciente podrìa nublar el pensamiento de uno y llevarlo eventualmente a un error de juicio. Esta lògica sigue reinando, prácticamente sin cuestionamiento, en los sectores hospitalarios y de cuidados agudos. Aùn asì, es tremendamente inadecuada para las necesidades de nuestros mayores y los que trabajan con ellos.
Clamando con razòn que los mayores son mucho màs propensos que los jóvenes a enfermarse, los profesionales de la salud continùan perpetrando la falacia de que la edad avanzada es mayormente un tema mèdico.  Como he hecho notar, la necesidad de servicios de salud es muy rara vez la ùnica razòn de que un anciano deba dejar su casa y entrar a una institución. Los viejos, como los jóvenes, se enferman. Pero, a diferencia de los jòvenes, el viejo puede ser impulsado a convertir la enfermedad en el punto central de sus vidas. La ancianidad, como todas las otras etapas, deberìa tratar acerca de la vida y vivir.

Tratar la vejez como una condiciòn mèdica que se debe manejar con distanciamiento profesional segùn el modelo mèdico es erròneo y lleva a terribles sufrimientos. Virginia Bell Y David Tropel han escrito sobre esto en su libro ‘El enfoque del mejor amigo en el cuidado del Alzheimer’. Sostienen persuasivamente que la metáfora adecuada para organizar nuestro pensamiento en este àrea no es la reserva clìnica del profesional sino la calidez abierta y comprometida del mejor amigo.
Debemos desarrollar nuestras relaciones con los mayores dentro del marco claramente no-mèdico de la amistad. Esta perspectiva crea desafìos que requieren tanto habilidad como madurez. La idea de hacerse amigo de los anicanos sin duda le pone los pelos de punta a los profesionales. Pueden objetar, con cierta justificación, que impulsar el lazo de amistad entre mayores y cuidadores abre una puerta al abuso y la manipulación. Prevenir un ‘sobreinvolucrarse’ y la manipulación de los residentes por parte del personal es una de las metas primarias  del modelo mèdico de cuidados. Cualquiera que haya trabajado brevemente en un establecimiento sabe què diligentemente se patrulla el lìmite entre personal y residentes.
Aùn asì, la separacion deliberada entre residentes y staff crea su parte de sufrimiento. Imagìnese rodeado de gente dedicada a cuidarlo a ud. pero que no debe conocerlo como persona. Ni les es permitido compartir su humanidad, su historia, con usted. Imagìnese viviendo con una sed ardiente y que le nieguen el agua fresca que se guarda a la vista suya.
Hay otra objeción que se puede hacer a la relaciòn amistosa como concepto organizativo del hogar. Acercase a los mayores que estàn cerca del fin de sus vidas es considerado una receta para consumirse uno mismo. Los profesionales nos dicen que, aùn cuando les gustarìa hacerlo, no pueden permitirse el lujo de tener sentimientos profundos por la gente que cuidan. Como este trabajo exige que pasen gran parte del tiempo con gente frágil y mayor, involucrarse emocionalmente con los pacientes podria llevar a un dolor paralizante con cada muerte. Al adagio de ‘es mejor haber amado y perdido que no haber amado’, esto sostiene que es mejor no haber amado.
Encuestas recientes de gente que trabaja con mayores han descubierto que la razòn nùmero uno de que la gente se quede en este campo es la oportunidad de crear y mantener relaciones significativas con los mayores. Es un hallazgo notable, considerando que el grueso de la pràctica profesional opina contra esta tendencia. Duele perde un amigo, pero el dolor de no hacer amigos es aùn mayor. La verdadera causa de la consumiciòn es el efecto mortal de cerrar las emociones de uno a la gente que tienen una necesidad evidente de una conexión humana. La vida humana se sostiene con afecto.
La forma màs pura de amistad se encuentra entre iguales. Dejan que otros usen el guardapolvos de la autoridad profesional y la distancia, sabiendo que son y seguiràn siendo iguales que los mayores. Quien cuida a los mayores tiene un deber de sostenerlos a travès de las pràcticas del convivium, el cuidado del hogar y la amistad.
Excerpted from What Are Old People For? How Elders Will Save the World, by William H. Thomas, M.D. Reprinted by permission of VanderWyk & Burnham, Acton, Mass. Copyright 2004 by William H. Thomas.

  

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